Porque no se puede amar si no se ha odiado, no puede
haber paz si no hay guerra. Cuando el mundo estaba siendo devastado por la
guerra, en un mundo donde el el fascismo quizo destruír a la humanidad, el amor
logró ser mayor que el odio. Un oficial de la SS vencido por la belleza
inexplicable de una judía polaca, para recordarle al mundo que no todo en la
guerra fue muerte, para recordarle a la muerte que el amor fue vida en los
tiempos de guerra.
Frederick Hackett: Hola amor, ¿que tal estas?,
aunque te ves bien, lo noto… demás no esta preguntar. Por favor contesta, ¿que
tal tu día va?
Ana Liese: No puedo pedirle más al cielo, no quiero
exigirle nada más a la vida, si estoy bien es solo porque tu estas a mi lado.
Frederick Hackett : Vamos mujer, decir eso debería
ser pecado porque…aquí por tenerte…yo soy el afortunado. Agregare un ‘soy el
hombre más feliz a tu lado’. Y perdón si te molesto, pero otra vino a mi mente:
¿Por qué solo quiero que seas tu, mi pasado, mi futuro incierto y mi hermoso
presente. Es acaso que solo vivo para amarte y para tenerte?.
Ana Liese: Si nuestro amor es un pecado que me
encadenen eternamente, que tu aliento sea mi palpitar, que tus besos sean mi
alimento, que movamos mar y tierra para estar juntos, que retemos al infierno
para amarnos.
Frederick Hackett: Retar al infierno sera poco, yo
por ti del cielo bajo a los ángeles, y al mismo Dios lo vuelvo un hombre como
nosotros. Por amarte, te lo juro que si hago ‘todo’ es ‘poco’, porque me has
demostrado que vales la pena, el hambre, el sacrificio y mi tiempo, por ti me
vuelvo esclavo del destino, escribo nuestra historia a la eternidad y
permanezco siempre vivo, para no perderme de ti ni un solo respiro.
Ana Liese: Amor para nosotros todo esto es perfecto,
tus labios complementan mi sangre, tus ojos complementan mis razones de existir
pero es que no te das cuenta de lo que todo esto significa, no quieres ver en
todo lo que nos hemos metido, no has notado que nos hemos enamorado, realmente
esto no era lo esperado…
Frederick Hackett: No lo sabía amada mía, y si lo
sé…. prefiero ignorarlo, aquí hay amor, lo sabemos, aunque tu lo has dicho:
‘esto no era lo esperado’. Que quieres hacer, que pretendes, dejar esto a un
lado. Recuerda que darle razón a nuestro amor, solo nos llevara a aniquilarlo.
Ana Liese: Creo que me he vuelto demente,
realmente he perdido la cabeza o es acaso el corazón lo que he perdido, acaso
has sido tu el que se lo ha llevado. Míranos aquí bajo esta luz plateada, bajo
esta Luna que se hace testigo de este amor clandestino, que calla ante nuestras
miradas, que espera robar nuestros suspiros para enamorar a quienes la admiran.
Frederick Hackett: Entonces, diré que si por el amor
he perdido la razón, por ti estoy loco. La luna sera testigo de este romance
que callamos, pero que gritan y que tienen huella de nuestros besos…cada calle
en la que nos amamos, cada rincón de esta ciudad en la que nos besamos, cada
esquina donde la obscuridad nos abrazo, para luego por nuestros infinito cariño
vernos iluminados. No perdamos tiempo, lleguemos hasta la ultima instancia por
este amor que nos juramos aquella noche como esta, cuando por vez primera nos
besamos.
Ana Liese: Mirate, mirame. Crees que todo esto tiene
futuro. Piensas que todo esto tiene algún rumbo. Pero dime, qué sentido tiene continuarlo,
porque seguir algo que no tiene razón. Pasaría la eternidad contigo, pero esto
no es la eternidad, esto no es un mundo hecho para estar juntos. Daría mi vida
por ti pero cuál sería el sentido. ¿Ganaría el amor? O quizá ganaría el
destino. Que caso tiene continuar una eternidad juntos si la vida nos separa.
Amarte duele.
Frederick Hackett: ¿Dolor?, eso no existe si
hablamos de amor, muchos menos la ‘razón’, escuchate tu, tirar el futuro por
una duda, mirate tu, con miedo por nuestra mala fortuna. El amor siempre gana,
tarde o temprano corazón vamos a ganar esta terrible cuartada, o será a caso
que…¿no me amas?.
Ana Liese: Que el cielo me aplaste y me perforen
el alma sus estrellas si me atrevo a mentir y decirte que no siento nada por
ti. Es que todo esto me acorrala. Siento que corro hacía un abismo, que vamos
de la mano por un camino desconocido como dos ciegos queriendo entender los
colores del arco iris. ¿Qué será de esto? Cómo podríamos amarnos, si el amor es
libertad y el mundo nos tiene aprisionados.
Frederick Hackett: Aprisionados, porque queremos
así estar mujer. Si he dudado de tu amor, es porque tu voluntad no me da otra
cosa que entender. Tus palabras me ilusionan, tus besos me atrapan, pero tus
acciones me desploman, me desploman de donde alto me has hecho volar. Solo tu
puedes dar fin a esta puesta en escena, solo tu puedes hacer que nuestra novela
no termine con la muerte de un amor cualquiera, solo tu puedes hacer que crea
en la vida misma, solo tu puedes hacer que este amor a la eternidad trascienda.
Solo basta que lo quieras.
Ana Liese: Si Shakespear asesino a Romeo y a
Julieta dime tu quién es el autor de nuestra novela que pretende que estemos
juntos, que nos amemos descontroladamente, que no razonemos. Qué me impulsa a
querer verte bajo la Luna cada noche, qué me alienta a que te vuelvas mi
necesidad, qué fuerte grita mi corazón y que salvaje me desgarra mi mente y qué
es lo que me hace vivir por ti y para ti estos días. Mirando por la ventana me
acuso por ser feliz, me culpo por disfrutar la vida y por ver tanta desgracia
en los demás. Eres mi salvador o acaso quieres robarte mi alma, mi corazón y
dejarme viviendo sin amor.
Frederick Hackett: El autor de esta novela, el
destino. Los actores, nosotros. La trama: Vivir siempre contigo. Si matar tus
malos ratos es delito, que me sentencien a muerte por hacerte feliz. Un
criminal como yo no solo quiere tu amor, tu corazón o tus momentos. Yo quiero
robar en ti hasta el ultimo rincón de tus recuerdos, quiero ultrajar cada parte
de tristeza en ti, para luego llenar esos huecos con todos aquellos besos que
aún tengo para ti. Si de delitos hablamos, tu atentas contra mi salud mental,
solo pienso en ti, solo hablo de ti, y créeme que por ti…si me atrevo a matar.
Ana Liese: Calla, no digas más. Tus palabras se han
vuelto necesidad, necesidad como la droga, como la droga que recorre tus venas
y envenena. Eres tu mi veneno, eres letal para mi corazón. Amor, te amo y te
necesito y me duele nuestro amor y me he vuelto adicta al sufrimiento y nos hundimos
en el infierno y lo volvimos nuestro cielo. Hay momentos en los que te vuelves
mi luz y no quiero nada más, me haces olvidar en donde estamos y de repente es
como si me tomaran de nuestro mundo y me regresaran a la realidad. Y me pierdo
y no sé en que lugar estar, no sé si amarte o necesitarte. No sé si es bueno o
no es conveniente. Y no sé nada. Y solo esta mi mano junto a la tuya, mi labio
junto al tuyo…
Frederick Hackett: Callar, eso deberíamos hacer
justo ahora. Que nuestros corazones griten, que nuestros labios besándose sean
la única nota que se componga en este silencio. Que el llanto del destino
frustrado se escuche a lo lejos, que nuestras almas de alegría griten ‘Lo hemos
logrado’. Que nuestras manos escriban nuestra historia en un manto sagrado, que
solo el sonido de tu corazón sea mi cántico alabado, que nuestro cuento sea el
único contado, que nuestra leyenda trascienda más allá de lo pensado. Que
‘siempre’, sea una medida corta para el tiempo que quiero pasar a tu lado. Así,
callados, que nadie interrumpa este momento tan esperado.
Ana Liese: Pues besame ahora y haz que pare mi
corazón, haz que paren mis pensamientos, haz que deje de existir lo que conozco
como universo y convierte la noche en un reflejo eterno, en un relato largo, en
un momento inmenso. Que nuestros cuerpos rosen con el viento, que nuestras
bocas callen y que hablen los sentimientos. Pero besame rápido, hazlo pronto.
No lo dudes, no te tardes, no retrocedas ni te detengas. Que los segundos se
vuelvan años y que nuestras almas se vuelvan una. Aunque he de marcharme, he de
volver a donde me esperan. Pero no me olvides, no me mientas, porque anhelo la
llegada de la próxima noche, para volver a ver tu rostro bajo la luz plateada.
Llego Abril y con ello el fin del tormento y un final no
esperado…
Ana Liese: Después de muchas noches como esa llego un
momento que esperábamos y que pensamos que nunca llegaría, el fin de la guerra.
Llego el fin. El fin del campo, el fin de los sufrimientos, el fin del hambre…
el fin de lo nuestro. No sé que hacer ahora, te habías vuelto mi vida. Dicen
que debo regresar a mi hogar pero hogar es estar contigo. Seguiremos siendo
nosotros. Finaliza la guerra y me encuentro vencida por la paz, la paz que se
vuelve mi enemiga al alejarme de ti. Sobreviví por amor, moriría sin ti. Nos
burlamos del destino, a la muerte le sonreímos y estoy dispuesta a iniciar una
tercer guerra solo para poder volver a ver tu sonrisa bajo la luz plateada. No
me dejes, no me olvides, no me sueltes, solo bésame el alma y juremos la
eternidad.
Frederick Hackett: Es hora del adiós, es hora
del… ‘Quizás no volverás’, te amo, no puedo decir más.
Escrito por: Laura Iguardia(Guatemala) y Mariano Torres(México).